Frente a unos exámenes importantes, como pueden ser, por ejemplo, los de selectividad, es común experimentar una mayor o menor sensación de inseguridad y de descontrol de la situación. Pensamientos frecuentes son: no tengo tiempo para preparar tantos temas de distintas asignaturas, es demasiado complicado para mí, me pongo nervioso/a y me da miedo quedarme en blanco… ¡Parece que los exámenes nos dominen a nosotros en lugar de nosotros dominarlos a ellos!
Pero esto puede evitarse. Es posible sentirse preparado y seguro siguiendo algunas pautas sencillas, que presentamos en este artículo. Seguramente son consejos que ya habéis oído pero que frecuentemente no habéis llegado a aplicar por una razón u otra. Pues bien, no hay duda de que hacer el esfuerzo vale la pena
Planificación y organización
Esto es algo que nunca se repetirá lo suficiente. Para obtener los mejores resultados en los exámenes hay que empezar a prepararse con tiempo y organizarse bien. ¿Con cuánto tiempo? Pues depende de cuántas asignaturas tengamos y de los contenidos de cada una. Además, cada persona necesita un tiempo distinto para preparar unos contenidos determinados. Para hacer un buen cálculo hay que tener en cuenta esas tres cosas y sumar un par de semanas más, ya que puede que algunos días nos surjan imprevistos o que caigamos enfermos, puede que hayamos subestimado lo que debemos dedicar a algunos temas… y hay que contar que los 2 o 3 últimos días sólo sean de repaso (sí, para entonces habría que sabérselo TODO). Con una buena planificación os ahorraréis noches sin dormir y podréis mantener deportes, aficiones, vida social, etc. mientras os preparáis para las pruebas, además de llegar a los exámenes con seguridad y una excelente preparación.
Sin dudas pendientes
No se puede empezar a estudiar un temario si hay contenidos que no se entienden. Es muy frecuente que aparezcan dudas durante las clases, y que pensemos “queda mucho tiempo para el examen, ya lo aclararé más adelante”. Con esta actitud nos arriesgamos a llegar al final del temario con una larga lista de dudas que nos impida trabajar en condiciones. Perderemos tiempo resolviéndolas y puede que nos desesperemos ante el sentimiento de “¡¡¡no entiendo nada!!!”, sobre todo si es una asignatura un poco complicada. Hay que ir solucionando las dudas a medida que aparecen: si son pequeñas, podemos preguntarlas en clase al profesor en el mismo momento de la explicación o dedicar un pequeño tiempo a resolverlas en casa el mismo día, cuando tenemos esos contenidos frescos; si son dudas más complejas, lo mejor es preguntarle a nuestro profesor si puede dedicar un tiempo extra a explicarnos lo que no entendemos. Incluso es muy buena idea hacer una lista de dudas y dedicar una sesión entera sólo a resolverlas. De repente lo veréis todo muy claro y sentiréis que la asignatura no tiene secretos para vosotros.
Motivación y pensamiento positivo
Todos sabemos que los pensamientos negativos nos hunden, bloquean y desmotivan. En cambio, cuando pensamos positivamente todo parece más fácil, nos sentimos con más energía y rendimos mejor. Pues bien, es muy importante usar esto a nuestro favor mientras preparemos los temidos exámenes. Si nos repetimos sin cesar “esto no me entra en la cabeza”, “seguro que suspendo” o “no me gusta nada esta asignatura” estamos boicoteándonos de forma muy eficaz, y probablemente conseguiremos tener razón y que eso que tememos suceda. En cambio, decirnos frases del estilo “soy un/a crack de las mates (o lo que sea)” o “haré un examen increíble” tiene un efecto positivo mayor del que podríamos suponer. Incluso debemos repetirnos este tipo de cosas aunque a priori no las creamos (por ejemplo “¡¡¡qué interesante es esta asignatura!!!”), porque si cambiamos nuestra forma de pensar, acabamos cambiando cómo percibimos las cosas y por tanto cambiamos nuestra realidad.
Como dice el poema “en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.
Redacción: Sara Dallarés
Deja tu comentario