Cuando se trata de elegir estudios, hay una cuestión que, mientras apena preocupa a algunos, para otros es como una obsesión: ¿¿y si me equivoco?? ¿¿y si no elijo bien?? Ya sea a la hora de elegir bachillerato, carrera, máster… esta acuciante pregunta puede llegar a agobiar muchísimo.
Paradójicamente, ante esta situación se encuentran sobretodo personas muy perfeccionistas y casi siempre con mucho talento, pero con cierta falta de autoconfianza. Esta falta de seguridad en sí mismas las lleva a dudar de su capacidad de elegir su camino correctamente o a no fiarse de su propio criterio.
Además, se trata de una situación a la que no encuentran salida, ni por sí mismas ni con la ayuda de los demás. Es típico que, al no saber decidirse por sí solos/as, pidan consejo a familiares y amigos. Sin embargo, suelen acabar rechazando estas opiniones por una razón u otra, con lo que siguen sin encontrar una solución.
¿Cómo afrontar ésta situación?
Bien, como esta angustiosa situación tiene su origen en una falta de seguridad, realmente sólo se resolverá por completo cuando la persona adquiera la suficiente confianza en sí misma como para fiarse de su propio criterio. Esto puede llevar tiempo: ¡se trata de un proceso personal que a menudo lleva años de trabajo!
Sin embargo, sí hay algunas pequeñas cosas relativamente sencillas que pueden aliviar la angustia y ayudar a tomar una decisión:
- Tomar conciencia de que en realidad el origen del conflicto es una falta de autoconfianza, y no una verdadera incapacidad para saber lo que uno o una quiere, o para tomar buenas decisiones en la vida. Esto no es por sí mismo una solución, pero alivia de inmediato darse cuenta de que se es tan capaz como cualquier otra persona de elegir bien.
- No excederse pidiendo consejos, ya que esto a menudo solamente confunde más que otra cosa. Hay que intentar hacer un esfuerzo por tomar las propias decisiones, aunque cueste. Esto da además un valioso sentido de la propia responsabilidad.
- Tener muy claro que si finalmente nos equivocamos… ¡no pasa absolutamente nada! Las personas perfeccionistas raramente se permiten un error, lo cual es una visión muy poco realista de la vida. Muchas veces es gracias a las equivocaciones que aprendemos Tener esto claro alivia la presión acerca de “elegir bien” y paradójicamente facilitar tomar buenas decisiones. Pero, de todos modos, si después de todo la elección resulta no ser acertada y hay que rectificar, no nos martiricemos, no caerá un rayo del cielo para fulminarnos por nuestra ineptitud ☺ “Rectificar es de sabios”, como dicen.
Redacción: Sara Dallarés
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