En posts anteriores abordamos algunas recomendaciones para preparar los exámenes a largo plazo. Pero, ¿qué hay del día antes y el mismo día del examen? ¡Que no cunda el pánico! En este artículo vamos a enumerar algunos consejos útiles a tener en cuenta cuando ya tenemos la prueba encima.
Sin imprevistos
Es frecuente que cuando estamos un poco nerviosos cometamos más despistes de lo normal. En este sentido, una de las peores cosas que nos puede pasar al llegar a un examen importante es descubrir con espanto que nos hemos olvidado en casa el material que necesitamos para hacerlo, que a la calculadora se le han gastado las pilas, etc. Para evitar estas situaciones angustiosas, deberíamos revisar todo lo que necesitaremos el día anterior y dejarlo preparado para no llevarnos sustos.
En plenas facultades
Alimentarnos bien el mismo día también es importante para tener energía disponible, nuestro cerebro la necesitará. ¡No olvidemos que el cerebro es el órgano del cuerpo que más glucosa consume!
Mantener la calma
¿A quién no le han jugado alguna vez los nervios una mala pasada?
Esto es especialmente habitual durante los exámenes. De repente nos sentimos inseguros, nos parece que no recordamos nada, que no entendemos bien las cosas y que nos hacemos un lío explicándonos.
Bueno, debemos procurar no dejarnos llevar por los nervios. A veces es mejor no repasar los apuntes antes del examen, ya que poco más vamos a aprender y sólo nos pondrá más nerviosos.
En estos momentos es útil que no nos dejemos llevar por los pensamientos negativos y que, al contrario, nos repitamos frases positivas, de ánimo y que nos estimulen.
Durante la prueba, leer con calma las preguntas, y pensar en cada una de ellas detenidamente, sin agobios, nos ayudará a mantener la cabeza clara y los nervios a raya. La concentración ahuyenta los nervios, ya que no podemos estar dedicando toda nuestra atención a dos cosas a la vez: o al examen o a los pensamientos que llegan a nuestra cabeza y nos ponen de los nervios. Decidamos no hacer caso a estos últimos y focalizar toda nuestra atención en responder las preguntas que tenemos delante.
Cerrar los ojos unos segundos y respirar hondo varias veces mientras traemos nuestra atención a lo que estamos haciendo puede ayudar a mantener a raya los nervios.
Redacción: Sara Dallarés
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