Uno de los factores más importantes a tener en cuenta durante las épocas de estudio y preparación de exámenes es el descanso adecuado. ¿Qué quiere decir esto exactamente?
En primer lugar, hay que descansar suficiente. La falta de sueño causa desconcentración, dispersión, peor memoria, irritación… desde luego, ¡no son las mejores condiciones para afrontar exámenes!
Es muy recomendable procurar establecer una buena rutina de sueño. Ir a dormir aproximadamente a la misma hora cada día (¡a una hora prudente!) ayuda a establecer el hábito de descansar suficiente. También se aconseja, si es posible, hacer una pequeña siesta después de comer, de no más de media hora y sin tumbarnos del todo (recostarse en un sofá cómodo es una buena opción). Dormir más de 40 minutos favorece el insomnio por la noche, lo que hará que vayamos a dormir demasiado tarde y no consigamos establecer una buena rutina de descanso.
Se sabe que durante el sueño el cerebro fabrica nuevas neuronas, establece nuevas conexiones y asienta recuerdos y conocimientos. Por lo tanto, una ventaja muy importante de un sueño de calidad es que hará que recordemos mejor lo que hayamos estudiado durante el día. En efecto, los científicos afirman que el sueño después del aprendizaje es fundamental para la consolidación de la memoria. Un truquillo es repasar poco antes de ir a dormir lo que más nos cueste o queramos recordar especialmente; de este modo facilitaremos que quede bien grabado en nuestro cerebro.
Si quieres leer un poquito más acerca del vínculo entre el sueño y el aprendizaje, puedes consultar este artículo.
Redacción: Sara Dallarés
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